1/5/10

Palabras para mi madre

'El amor de una madre es el combustible que hace que un ser humano logre lo imposible'

Madre, mamá.

M: Por la Maternidad, el regalo de cualquier mujer y la salvación de cualquier hijo
A: Por el Amor de una madre. Insuperable.
D: Por el Deber, que ella siente, y que pone por delante de su propia felicidad. Y por la Dedicación hacia sus hijos.
R: Por ser la Reina de su familia, aunque no se lo mostremos.
E: Porque es Especial. Por su amor, por su entrega y por la forma en la que intenta mantener unida a toda su familia.

Quizá sea esta la palabra más simple que aparece en el diccionario, pero desde luego, es la más difícil de olvidar. Segura estoy de que el niño, al pronunciar esa su primera palabra, la mantiene todos los días de su vida entre sus labios, atada entre sus dientes como el caminante al camino, hasta que en el final, al ocaso, el último pensamiento feliz se centra en el reencuentro con ella.
Sinceridad, vocación, abnegación... todas las cualidades repartidas en nuestro vocabulario se quedan cortas para definir el gran significado que se esconde tras su nombre.



Mi madre, mi mamá.

Mami, no sabes lo difícil que es escribir sobre ti. Y es que cuando se siente algo tan fuerte como lo que nosotras compartimos, parece ser que las palabras se deciden a quedarse allá adentro por miedo a ser descubiertas y batidas en combate. Eres lo más grande que me ha pasado en la vida, mi razón de ser, mi pasado y mi futuro. Si alguna vez llego a convertirme sólo en la mitad de lo que tú eres, seré la mejor mujer del mundo.
He pensado en describirte, en gritarle al mundo, paso por paso, la magnanidad de mi mamá. Tu fuerza, tu seguridad, tu paz... Pero las palabras se quedan cortas para describir tanta incondicionalidad, tanta fidelidad, tanta amistad, tanta preocupación, tanto amor... y es que hasta la definición de amor parece inservible para lo que que representas para mí.
Sólo se me ocurre darte las gracias. Gracias por las noches en vela que has pasado al escucharme llorar a los pocos meses, a los cinco años y a los 23. Gracias por tener siempre un abrazo y un beso preparados para mí, gracias por las canciones que me has enseñado y que ahora llevan tu nombre en mi mente. Gracias por hacerme sentir que mi verdadero hogar está en aquella casa con la catedral hecha a punto de cruz tras las escaleras de madera. Por aquellos momentos de fogón y cocina hablando sin parar de los temas más diversos e inimaginables. Gracias por zurzir una y otra vez mis alas cuando vuelven resquebrajazas y obligarme a emprender de nuevo el vuelo de la vida. Tú, incompatible con la soledad, pues siempre estás ahí, conmigo. Tú, el refugio de mis miedos, de mis preocupaciones, de mis temores más ocultos. Tú, que me has dado lo más importante que he tenido, tengo y tendré; mi familia, mis hermanos. Tú, que por mí has entregado tu vida.

Bien dices cuando afirmas que esto sólo lo entenderé cuando sea madre, pero mientras tanto, déjame decirte, reconocerte, que, sin miedo a equivocarme, no es que te quiera, es que ¡TE AMO MAMÁ!

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